domingo, 24 de octubre de 2010

SOBRESALIENTE PARA LOS PARTICIPANTES, SUSPENSO (MUY DEFICIENTE) PARA LA ORGANIZACIÓN


El sábado pasado, tal y como marca la tradición, se celebró el Desfile de Carrozas, punto y final de nuestras Fiestas Patronales. Desde La Oreja Pilareña hacemos una crónica de urgencia analizando varios aspectos de lo acontecido.


Como resumen podemos afirmar que supuso un éxito de los participantes y un nuevo tremendo fracaso de la organización, que corría a cargo del equipo de gobierno del consistorio del Pilar. Miles de pilareños y visitantes pudieron comprobar en directo la falta de trabajo, la inoperancia y la despreocupación de un Ayuntamiento, con su alcalde, Ignacio Ramos a la cabeza, y del concejal de Festejos, Alfonso Armenteros.


Participación

Este año, la edición del 2010, contó aproximadamente con el mismo número de participantes, más o menos, que el año pasado. Lo que sí que se ha reducido en cifras alarmantes es el número de espectadores. A falta de cifras oficiales, varios observadores coinciden en indicar que se ha disminuido en al menos un 50%, que es muchísimo. Este dato se agrava por el hecho de que la noche del sábado tuvo una climatología magnífica para presenciar este tipo de eventos.


Indignación y dolor

Tal y como indicamos, los participantes, con ilusión y esfuerzo, lograron agradar y sorprender a los espectadores. Se nota las horas de trabajo en preparación que, sumadas, al final, son muchas, además las cosas no son gratis, y se podría sacar una media aproximada de 100 euros por participante en los disfraces y atuendos.


Trabajo y sacrificio por el engrandecimiento de nuestro pueblo, por sus fiestas, que son seña de identidad de Pilar de la Horadada.


Bueno, pues todas esas horas de trabajo, ese dinero invertido, esa ilusión de cientos de pilareños ha sido despreciada por un equipo de gobierno y sobre todo por una persona, Alfonso Armenteros, concejal responsable de Festejos y por lo tanto de la organización, a lo que se suma la pasividad del alcalde, Ignacio Ramos, que cierra los ojos y consiente con una sonrisa en la boca, de los desaguisados que padecen los ciudadanos de este pueblo.


Manías o simpatías a parte, miles de personas fueron testigos del desaguisado organizativo del Desfile de Carrozas del pasado sábado. Si alguien no lo presenció, pues ahí están los vídeos. Su simple visión indican con objetividad indiscutible que aquello estaba mal organizado, que había faltado trabajo por parte del concejal.


¿Qué paso?

Pues que el Desfile, por su duración, por la multitud de cortes, se hizo pesado e incomprensiblemente interminable. Los espectadores se sentaban en las sillas del recorrido sobre las 8 de la tarde y a primera hora de la madrugada todavía faltaban carrozas por salir. ¿A qué se debió? Pues a los innumerables cortes, a la desorganización, a que el responsable de que aquello llevara fluidez no había hecho los deberes.


Los participantes del Desfile lo hacen de forma altruista, pero resulta que el concejal es profesional, es decir, cobra un magnífico sueldo todos los meses del año, con sus correspondientes extraordinarias, dietas, móvil, etcétera para organizar y trabajar en estas cosas. Una vez más, no lo hizo.


Muchos participantes vieron con tristeza como, al tocarles su turno, atrasado incomprensiblemente, gran parte del público se había ido ya a su casa cansado. Se hacían una pregunta, ¿si estábamos a las 8 en el lugar de concentración, cómo ha podido ser? Pues muy sencillo, porque una persona, de nombre Alfonso Armeteros, una vez más había hecho gala de su fama popular: NO HABÍA TRABAJADO.


Triste, muy triste….