jueves, 26 de mayo de 2011

María José López Moreno

María José López Moreno, cercana a las cuarenta años y cuyos orígenes son el bonito pueblo murciano de Moratalla, está siendo una de las protagonistas más destacadas de la actualidad política durante estos días, los comprendidos entre, el resultado de las elecciones y el 11 de junio, fecha de la toma de posesión de los nuevos concejales, constitución del nuevo pleno municipal y elección del alcalde.

¿Cuál es el motivo?
La cara, la tristeza, el desánimo, el hundimiento anímico de los ignacistas es tremendo. Su peor pesadilla se ha cumplido. Al final, San Ignacio no ha vuelto a hacer el milagro como acostumbraba. Antes, daba lo mismo lo que ocurriera, lo que hicieran, lo que se demostraba con documentos, con pruebas..., lo único que tenían que hacer los socialistas era que Ignacio Ramos se pusiera su chaqueta de cuadros, se montara en su furgoneta granate, se paseara por las calles, visitara los barrios... y el milagro estaba concedido: ¡Nueva victoria en las elecciones de los socialistas!

El domingo fue un mazazo para los socialistas. Muchos, no se lo esperaban. Todo estaba controlado por los socialistas. Fichajes, creación de una doble marca con AIH, reparto del electorado entre los dos nombres del ignacismo, entrevista en El Mundo, el victimismo..... , pero no funcionó, por poco, pero no funcionó. La alegría era para PP y Unión Pilareña: Ignacio había caído.

Las numerosísimas personas que forman el entramado social del ignacismo están viviendo un mal momento, pero la escenificación pública mayor la está haciendo la actual concejal en funciones, María José López Moreno. Todo el día llorando: por la calle, en el ayuntamiento, por todas las dependencias municipales. Está desconsolada, y repite sin cesar: "voy a perder mi piso".

Un poco de historia
Nos tenemos que remontar al año 2006. Se empezaba a percibir desde hacía muchos meses, incluso años, que algo pasaba, que había tensión en las filas socialistas. Pepa Meroño y otros concejales empezaban a sospechar que había un doble mundo en el poder que emanaba del ayuntamiento. Lo que antes parecía casual, iban comprobando que había indicios de que estaba provocado por otros intereses. Aquello olía todo mal, Meroño y otros concejales empezaban a pedir explicaciones y las semanas pasaban, aquello se notaba que era marear la perdiz: informaciones no concretas, retrasos en los informes, negación de explicaciones. Pepa intentó recabar el apoyo de los órganos superiores del Partido Socialista, pero la situación era la misma, buenas palabras, intento de desviación de su interés... y cuando ya notaron que empezaban a ser descubiertos, ofrecimiento de cargos y prevendas.

No se trataba de un solo asunto, a medida que varios concejales profundizaban, ya con la mosca detrás de la oreja, en algunos temas, se iban dando cuenta que ahí había cosas que no estaban nada claras.

No nos alargaremos mucho, vamos resumiendo: en aquellos momentos apareció el tema de la concesión del canon del agua. Una empresa había ofrecido 39 millones de euros a los pilareños por el servicio, que son 6.500 millones de pesetas, y entonces los concejales empezaron a ver cómo Ignacio Ramos, con el apoyo de Pepe Díaz sobre todo, Secretario de la Agrupación Local del PSOE y de Paco Andreo, quien luego le sustituiría, intentaba dar la concesión a una empresa que ofrecía muchísimo menos (9 millones de euros frente a 39). En total los pilareños perdían 5.000 millones de pesetas.

Pepa Meroño, desde dentro, intentó parar la operación. Ignacio Ramos y el PSOE, para darle legalidad, solicitaron un informe técnico para que les amparara, pero cual fue la sorpresa cuando se comprobó que dicho informe iba firmado por Martín Sevilla, que es un miembro del PSOE, que incluso llegó a ser conseller en la época de Joan Lerma. La jugada estaba clara. El PSOE prefería a la empresa que se ahorraba los 5.000 millones. 

Si la operación seguía y no se paraba, los pilareños perdían 5.000 millones de pesetas. La sinvergonzonería estaba incluso respaldada legalmente, era lo que se denomina una operación fina. Pepa fue hablando con el resto de concejales socialistas, a excepción de los más implicados en la jugada: Ignacio, Pepe Díaz y Paco Andreo. Todos le dieron la razón, pero no quisieron comprometerse a una acción política que les enfrentara contra Ignacio y contra la potente maquinaria del Partido Socialista. El motivo era que necesitaban del sueldo del Ayuntamiento para poder vivir. Algunos se lo estuvieron pensando, dudando si anteponer los intereses de los pilareños o su estabilidad económica. 
Paco Andreo y Pepe Díaz

Juanjo Ortiz, que en aquel momento también era concejal, tampoco dudó. El no necesitaba del ayuntamiento para vivir y le dijo a Pepa que contara con él, que tampoco consentiría esa sinvergonzonería ni otras que se iban destapando.

Había que correr
Llegó un momento en que Ignacio y el PSOE, viéndose descubiertos por Pepa Meroño, intentaron acelerar la concesión del agua. Era ya cuestión de días. Los pilareños, por los intereses de un partido político, iban a perder 5.000 millones que eran de ellos. La única solución era quitarle la firma a Ignacio. No había tiempo para otra cosa.

Pepa Meroño se puso en contacto con los dirigentes del Partido Popular del Pilar, se reunieron, les contó la situación y se vio que la única solución era la moción de censura, que garantizara que no se perdía el canon del agua. El PP se veía más protegido, por el peso de las siglas, pero a Pepa y a Ortiz les iba a caer toda la ira y toda la fuerza de un partido nacional, con todo el poder del gobierno. 
Juan José Ortiz

Los dirigentes locales del Partido Popular le dijeron que qué quería, que ella les iba a entregar el gobierno, y Pepa, y de eso hay algunos testigos y se puede confirmar porque fue así, dijo que no quería nada, que su  única intención era que no se perdiera ese dinero de los pilareños, y que para que no hubiera dudas de su honorabilidad ante la historia, que simplemente Juan José Ortiz y ella, permanecerían en las concejalías que ya tenían. No pidió nada más. 

Así se hizo y así paso. Por supuesto, que todo el aparato del PSOE, tanto local, regional y nacional (con Zapatero en el gobierno) cayó sobre ella, atacándola despiadadamente. El propio ministro pidió a la fiscalía, para amenazarla, que la investigara. 

El resto de la historia todos la conocemos. La verad es esa.

Compra de María José López
Pepa Meroño se desgañitó contando la verdad, pero se encontró sola ante San Ignacio, el hombre bueno, el de la furgoneta. Aquello fue duro.  Fue entonces cuando un grupo de mujeres y hombres de este pueblo se juntaron para apoyarla, conocedores de la verdad, y formaron Unión Pilareña, poniéndola a ella al frente. La elecciones estaban próximas.

Los socialistas tenían que garantizarse la victoria, sin ella, estaban perdidos. Necesitaban aumentar el descrédito de Pepa, y entre la artimañas que buscaron fue la de intentar comprar a alguien de su entorno, alguien que fuera capaz de traicionarla y así contrarrestar los mensajes de Pepa. Buscaron mucho, pero la gente no se vendía, Pepa Meroño no había hecho nada malo o extraño que ellos pudieran enarbolar como prueba de corrupción o abuso de poder.

La única persona que pudieron encontrar fue a María José López, que formaba parte de la concejalía de Cultura, responsabilidad de Pepa. Meroño se había portado siempre muy bien con toda su familia y había una cercanía. El trato que le ofrecían a María José era el siguiente: colocación para ella y los suyos, protección y, a cambio, tenía que darles información de algún chanchullo o irregularidad de Meroño. María José les contestó que ella no podía darles nada porque Pepa siempre había actuado correctamente. Entonces le ofrecieron que se enfrentara a ella, que se dedicara a hablar mal de Pepa por todos lados y que sería colocada, con buen sueldo y poco trabajo. Por desgracia, aceptó y así hizo.

Esa fue la sorpresa para todos los pilareños, cómo Ignacio incluía en un buen puesto en la lista socialista a María José López, que no se caracterizaba por su preparación, ni por su capacidad de trabajo, ni por su prestigio social.

El curriculun de María José López era bastante escaso, simplemente estudios primarios, con un expediente académico pésimo. Laboralmente,  en general,  trabajos esporádicos ya que debido a su, digamos, "escaso rendimiento", en época de bonanza económica, le costaba encontrar trabajos estables. Pues eso, camarera en el Pub Huellas, camarera por horas en chiringuitos, dependienta en alguna tienda....

María José López consiguió su acta de concejala y, por supuesto, su buen sueldo mensual, tal y como le habían prometido, y sin necesidad de trabajar. Como anécdota, pero un dato muy significativo, María José ha sido la concejala, junto a Juan Ramón Moya, que más ha faltado a las Juntas de Gobierno, cuya asistencia es una de las pocas obligaciones que tiene. Es necesario señalar que dichas Juntas se suelen celebrar los lunes por la mañana, el día después del fin de semana.

María José López, anteriormente a su etapa de concejala, digamos que llevaba una vida modesta, pero desde su elección por parte de Ignacio Ramos y tras su traición y ataques constantes a Pepa Meroño, ha cambiado de hábitos, y no ha sido difícil verla los fines de semana en la famosa y comercial calle Jaboneros de Murcia. Su vestuario ha cambiado, y mucho.

Su familia
En la actualidad y durante su periodo de concejala socialista, de oficio despotricar de Pepa Meroño, han ingresado a trabajar con nómina del ayuntamiento, su hermana Piedad en el Consultorio Médico, tras dejar su dignísimo oficio anterior de limpiar casas. Su hermano, trabajador agrícola, también trabaja ahora en el ayuntamiento. ¡Qué casualidad! Este hombre ha protagonizado uno de los episodios más dantescos y pintorescos de esta legislatura. Se encargó de recoger la recaudación de dinero de las piscinas y, en lugar de ir directamente a hacer el ingreso, se marchó por ahí ¡Qué mala suerte! Dijo que dejó el dinero en el coche, se lo abrieron y se lo quitaron. Uffff

Por otra parte, hay que señalar que su padre ha sido una persona trabajadora, que de ser jornalero del campo ahora cuenta con invernadero propio, por cierto, una salida laboral muy buena para la actual concejala en funciones María José Moreno.

Llantos
Durante estos días, después de las elecciones, muchos vecinos de Pilar de la Horadada han podido ver y escuchar a María José López, de un sitio para otro, llorando desconsolada. A sus pucheros los acompaña con la lamentación de: "Hay que pena, que voy a perder mi piso", y es que, esta mujer, cuando se anunció que Ignacio se volvía a presentar no se le pasó por la cabeza que podría perder las elecciones, y que se le podría acabar el inmenso "chollo" que ha disfrutado ella y sus familiares financiado desde el bolsillo del resto de pilareños.

¡Qué no venga la Pepi, qué no venga la Pepi, que es muy mala!, también se le escucha, y luego y sin parar, va diciendo a todo el mundo que ella ha llamado al concejal del PP, Aurelio Samper, que es amigo suyo, para suplicarle que coja él la concejalía de Cultura, de la que depende el Taller de Imagen y de esa manera a ver si le queda un refugio económico sustentado por los pilareños, para seguir tirando.

Lo que hemos contado es así, lo que hemos contado es la verdad.

Hay cosas que dan pena. A nadie agrada el sufrimiento ajeno, ni de la concejala, ni de las cientos de familias, que gracias a actuaciones irresponsables, a abusos en la administración y a una mala gestión, viven a diario, y ya muchos meses, la desgracia de no poder trabajar y estar en el paro. Familias que no han tenido la injusta oportunidad de que tres miembros tengan un trabajo cómodo y seguro en el ayuntamiento.