miércoles, 9 de marzo de 2011

Para saber más

La historia es una de las herramientas intelectuales más poderosas que tiene una sociedad. La finalidad de la historia es explicar el presente, decir por qué las cosas en el mundo, en nuestro país o en nuestro pueblo,  son como son. Al final, el futuro depende del pasado.

Aficionados a ella, en La Oreja Pilareña hemos considerado interesante contar algunos retazos sobre   una construcción que, de una manera u otra, pasará a los anales de la historia de nuestro pueblo. Nos referimos al nuevo edificio del Ayuntamiento, tan de triste actualidad en los últimos días.

El solar
El Plan General de Ordenación Urbana de Pilar de la Horadada, por la decisión de Ignacio Ramos, ya recogía que los terrenos, ocupados en aquel momento por viviendas, serían destinados a dotación administrativa, es decir, a un edificio público, que en este caso iba a ser el nuevo consistorio.

Los primeros problemas surgieron porque Ignacio eligió unos terrenos propiedad de familias, digamos, no afines al socialismo. El trato que se les dispensó a aquellas personas, agraviadas y molestas como es lógico porque iban a perder las casas que siempre habían sido de sus familias, en un principio, pues probablemente no fue excesivamente "cariñoso", y desde la secretaría del Partido Socialista, concretamente por quien la ostentaba en ese momento, Pepe Díaz, se veía con buenos ojos que en cierta manera sufrieran alguna hostigación aquellos que no eran acólitos del socialismo local.

Un sector, digamos, más conciliador que existía en aquel momento en el partido, al final hizo prevalecer su opinión de que, al fin y al cabo esas familias,  eran ciudadanos del Pilar, y que por sus pensamientos políticos no podían ser mal tratados. De esta forma, Ignacio Ramos se vio obligado a intentar actuar de forma más justa y, si bien, es difícil compensar la pérdida de algo que siempre ha pertenecido a tu familia, donde se evocan recuerdos, etcétera, al final se les ofreció una cierta compensación. Pepe Díaz prefería la expropiación forzosa y sin muchas contemplaciones.

Emilio Tárraga Gea
Maqueta original del nuevo Ayuntamiento
Una vez conseguidos los solares, se empezó a plantear el diseño. Ignacio Ramos, siempre tan partidario de obviar y prescindir de los comercios y profesionales pilareños, se encontró con el enfrentamiento de Pepa Meroño, quien defendía que una obra emblemática para el pueblo, como era este edificio, tendría que ser realizada por un arquitecto enraizado con el municipio, y más existiendo un hijo de Pilar de la Horadada, que estaba considerado como uno de los arquitectos más importantes y creativos de España, como era Emilio Tárraga.

Emilio Tárraga Gea es nacido en Pilar de la Horadada. De origen humilde, su familia proviene de la zona rural de Siete Higueras. Desde muy pequeño destacó por su gran ingenio y capacidad intelectual. Gracias al sacrificio de su familia y a la ayuda que recibió del propietario de Campoamor, que confió en el chiquillo,  Antonio Tárraga, al final, pudo cursar estudios, licenciándose en arquitectura. 

Su trayectoria profesional fue muy destacada, adquiriendo un gran prestigio, posicionándose como uno de los arquitectos más importantes de España. Contaba con dos estudios, uno situado en plena Plaza Mayor de Madrid, en un enorme local de varios cientos de metros cuadrados y luego, más tarde, montó otro en Murcia, habilitando una amplia vivienda-estudio junto a la Catedral de la ciudad.

Pepa Meroño contactó con la familia, residente en el pueblo, para ponerse en contacto con él. Se entrevistaron y, como buen pilareño, se ilusionó con la propuesta y aceptó el proyecto. 

Maqueta original del nuevo Ayuntamiento

Tárraga, como arquitecto-artista que era, le gustaba primero trabajar con dibujos a mano de los planos iniciales, a la antigua usanza. Incluso encargó una primera maqueta para que se pudiera visualizar la idea estética del edificio. 

Esquela publicado en ABC
La fatalidad quiso que Emilio Tárraga falleciera inesperadamente el 17 de marzo de 2005, cuando ya estaba iniciando el proyecto del edificio. Ya no podría finalizarlo,  aunque dejó sus líneas estéticas maestras marcadas, sobre todo en lo que iba a suponer la fachada y apariencia exterior. A la composición interior, no le dio tiempo.


Sonia Rosique
En aquellos momentos la joven arquitecta Sonia Rosique ya pertenecía a la plantilla del ayuntamiento pilareño, tras superar una oposición, un tanto peculiar, hasta el punto que fue la única que se presentó a la plaza. En esos tiempos era concejal de Personal el ínclito Juan Ramón Moya y como militante influyente en la Agrupación Socialista del Pilar (PSPV-PSOE), el farmacéutico, Rafael Espuch

Como es lógico para una joven profesional, como era el caso de Sonia Rosique, el poder colaborar con el despacho de un prestigioso arquitecto, como era Emilio Tárraga, era apetecible. Por ello, y gracias a la intercesión de la familia Segura, lo  consiguió. 

Tal y como hemos comentado, inesperadamente, Tárraga falleció, en el periodo en el que Sonia Rosique iba por las tardes a colaborar en el despacho que el artista tenía en Murcia.

El proyecto del nuevo ayuntamiento del Pilar estaba sin terminar, pero Sonia no podía, por incompatibilidad  al ser la arquitecta municipal, firmarlo.

Javier Álvarez
 Este arquitecto trabajaba con el fallecido Emilio Tárraga en su despacho de Madrid. Él sí que podía firmar el proyecto y fue quien lo firmó. Álvarez apareció durante el acto de colocación de la primera piedra de la construcción, pero fue muy significativa su ausencia durante la pomposa inauguración con un Ignacio Ramos como estrella bajo luces y demás efectos especiales preparados por su amplio equipo de propaganda. Javier Álvarez no vino.

El control y supervisión de la obra
Consultadas varias fuentes, todas señalan lo mismo y esta información nos llega, tanto de empresas, proveedores, como funcionarios: si alguien llegaba al antiguo ayuntamiento pilareño y preguntaba por la obra, se le pasaba con Sonia Rosique, por lo que, presuntamente, todo pasaba por sus manos, opinión y control. Pero como arquitecta municipal, y bajo el encargo personal de Ignacio, ella a la vez era la responsable de la supervisión.

Mariano García
En los agradecimientos que hizo el alcalde en el acto de inauguración, al referirse a los arquitectos, también nombra a Mariano García. Él también es arquitecto, ¡pero, ojo!, es arquitecto técnico, profesión que tradicionalmente en España se ha denominado siempre, aparejador. Por supuesto, con un menor grado de responsabilidad, como cualquiera puede deducir.


No hay que confundir a Mariano García, con un prestigioso profesional, Mariano Martínez, también aparejador y que fue el primer técnico titulado en urbanismo que hubo en el ayuntamiento pilareño,actualmente en activo,  y que nada tiene que ver.

Ignacio Ramos omite a Emilio Tárraga
Durante el acto de inauguración del nuevo edificio, Ignacio Ramos nombró a numerosas personas, y ahí está el agradecimiento a los arquitectos, pero resulta significativo, incluso sospechoso, que el alcalde omitiera un nombre, el del iniciador del proyecto, el de un hijo de este pueblo, cuya familia sigue viviendo aquí,  que ha sobresalido como artista y profesional. Ignacio Ramos se quiso olvidar del arquitecto Emilio Tárraga Gea.

El edificio, que para muchos su interior es un desastre, con una funcionalidad dudosa y un cúmulo de despropósitos, cuanta, por el contrario,  con una fachada sobresaliente. Convencidos estamos que se convertirá en un icono de nuestro pueblo. Se nota que esa fachada está ideada por un número uno, como fue el pilareño Tárraga. Pues bien, el alcalde omitió nombrarlo, ni siquiera ha puesto una plaquita, en cualquier rincón, en su reconocimiento.
A la que sí colocó Ignacio en la presidencia del acto, por supuesto que nombró y agradeció, fue a Sonia Rosique.

Esa dejación, esa falta de respeto al artista pilareño fallecido, esa deuda con nuestra propia historia fue recriminada por la portavoz de la Unión Pilareña, Pepa Meroño, durante un pleno. Ignacio, con un comportamiento muy típico de él, le entró por un oído y le salió por otro.

Lo que sí que pasará a la historia es que un edificio de 1.500 millones de pesetas, solamente cinco meses después de su inauguración, se rompió, se inundó y hubo que cerrarlo.

Así son las cosas